Vamos a tratar el frecuente supuesto de un hijo que, pese a su mayoría de edad, ni estudia ni trabaja, y continúa viviendo en el domicilio familiar sin contribuir con los gastos ni pagar renta alguna alegando que no tiene recursos económicos propios que le permitan independizarse, creándose así un ambiente de tensión y conflictividad continua que hace imposible la convivencia pacífica entre los cohabitantes.

Ante esta desagradable situación, se nos plantea por parte de los progenitores la viabilidad de un procedimiento judicial que obligue al hijo a abandonar la vivienda familiar. Esta posibilidad existe ejercitando la acción de desahucio por precario.

No obstante, y sin perjuicio de lo anterior, legalmente, y solo en algunos casos, los padres tienen obligación de prestar alimentos a sus hijos, y viceversa. Por ello, justificada la efectiva necesidad del hijo y siendo imposible la convivencia, los padres pueden cumplir con dicha obligación mediante el abono de una pensión alimenticia, salvo que la necesidad del hijo provenga de su mala conducta o su falta de trabajo por causas imputables al mismo.